¿Te has preguntado alguna vez qué es innovar y cómo puedes hacerlo en tu negocio? ¿O quizás para qué sirve innovar?

 

Muchas veces hemos oído hablar de la innovación como el único camino para sobrevivir a una crisis, o a un cambio drástico del modelo de consumo. Pero creemos que la innovación en ocasiones se está trabajando sin tener muy claro cuál es el objetivo, y eso es lo que causa problemas innecesarios.

 

Lo primero es entender que la innovación es el camino, no el fin. No se debe innovar y hacer las cosas de forma diferente para poder decir que se ha hecho diferente si el resultado no va a ser mejor.

 

En el campo del diseño de producto (físico o digital) la buena innovación hace que esa novedad introducida se perciba de forma sencilla, útil y que el usuario utilice esa innovación de forma natural en la que piense: ¿Y por qué no ha sido siempre así?

 

La producción mediante la organización científica del trabajo, lo que se conoce como Taylorismo, consiguió optimizar el trabajo de forma que se redujeran drásticamente los tiempos de producción y por consiguiente los precios del producto fabricado. Esto junto con la creación de las cadenas de montaje fue la disrupción en la metodología de trabajo que permitió una evolución real. Es lo que hoy llamamos Primera Revolución Industrial.

 

En los antiguos equipos de música alguien decidió introducir una innovación que lo cambiaría todo. Donde antes existía el interruptor de encender y apagar el equipo, y luego una rueda donde subir o bajar el volumen, se decidió innovar consiguiendo combinar ambos de forma que al bajar el volumen al cero hubiera un click que apagara el equipo. Reduciendo así el número de botones, ofreciendo una experiencia al usuario tremendamente cómoda y lógica, y evitando el terrible problema del susto causado por encender un equipo de música que tenía el volumen al máximo.

 

A día de hoy nos cuesta interactuar con aparatos electrónicos que no tengan una pantalla táctil inventada por George Samuel Hurst en 1973. Algo que está predestinado a desterrar al invento de Xerox del Ratón para controlar una interface de una computadora. Esta innovación hace que la interacción entre el usuario y la computadora sea tan sencilla que no requiere de manual de instrucciones, es intuitiva. Por eso vemos a los niños usar una tablet con tantísima facilidad, no es porque los niños de hoy en día sean superdotados, si no por que el diseño del producto hace que no haya barreras para su uso.

 

Hay innovaciones muy complejas y otras tan simples que te llegas a preguntar porqué no han estado siempre ahí. Te diriges a tu coche, te detecta y se desbloquea automáticamente. Se hace de noche y un sensor enciende las luces del coche, de tu casa o del alumbrado público. Si se te cae el secador de pelo en la bañera un magnetotérmico del circuito salta para que no te electrocutes.

 

Ese tipo de innovaciones son las que cambian la forma que tienen las personas de usar algo. Innovaciones que hacen del mundo un lugar mejor. Más eficiente, más cómodo, mas rápido o incluso más barato. Y ese es el único motivo que se debe tener para innovar. Hacer las cosas diferentes solo será una innovación cuando mejoren sustancialmente la vida de los usuarios.

 

Innovar no es subirse al carro de lo que hacen los demás, tampoco en marketing. Por eso si no entiendes como tu sitio web puede beneficiarse del diseño UX o UI, no trates de implementarlo porque sí. No te apuntes a una tendencia sin más.

 

En Mazzima trabajamos con la innovación porque es un ingrediente fundamental del diseño.

Pero somos conscientes que no todo es aplicable al total de nuestros clientes, porque la mayoría de las innovaciones no son para todos los target. ¿Tienes dudas? Te ayudamos.