Vivimos tiempos extraños donde llamamos “nuevas tecnologías” a internet, que lleva con nosotros más de 30 años.

Donde creemos que la reputación es lo que sucede cuando alguien busca nuestro nombre en Google y encuentra nuestro blog. O donde consideramos “fama” a disponer de números elevados en la cuenta de followers de Instagram. Y creemos que nuestro ruido es más agradable que el ruido de los demás, porque es nuestro y lo nuestro nos gusta mucho.

Por este motivo en Mazzima decidimos paralizar el ruido durante mucho tiempo. Concretamente durante mas de dos años estuvimos “callados” y nuestro blog se quedó sin continuidad debido a una serie de sucesos y decisiones internas que nos hicieron prescindir de la comunicación para trabajar únicamente el marketing y las ventas. Queríamos dejar de hacer ruido. Porque con tanto ruido no nos podíamos escuchar a nosotros mismos. No sabíamos qué queríamos decir, ni si merecía la pena decirlo.

En estos dos años nos hemos dado cuenta de algunas cosas importantes. Cosas que el ruido no nos dejaba percibir. Y es que “Marketing 2.0” o “Marketing Online” son en muchos casos una simple “keyword” que utilizar en los textos para tener una Agencia Digital molona, para estar en la cresta de la ola y poder decir que estas ahí sin tener muy claro para qué. Y a pesar de que entendemos que internet no es el futuro si no que Internet es el presente, nos olvidamos que hay mucho mundo que está desconectado. Ese mundo en el que cuando “arden las redes” el gallo sigue cantando cuando aparece el primer rayo de sol. Un mundo donde un buen saludo es tu mejor tarjeta de visita. Un mundo donde ofrecer a probar la fruta es la mejor estrategia de Relaciones Públicas. Y donde las ventas se realizan en un suelo enmoquetado en el stand de tu empresa donde has invitado a tus clientes a tomar una cerveza mientras les enseñas de primera mano el último producto de tu compañía que puede solucionarles muchos problemas. En ese mundo, la relevancia es ser el referente de tu sector con un producto que está a años luz de la competencia aunque no tengas más de 20 followers en Instagram.

Hemos aprendido que cuando te posicionas bien y respondes a las preguntas reales de la gente, tu canal sigue creciendo. Como así nos lo ha enseñado Micro Conocimiento. Nuestro canal de YouTube donde publicamos el último vídeo el 22 de Junio de 2016 y cerramos agosto con 190 suscriptores tras 24 vídeos bien calculados. En este tiempo, sin hacer absolutamente nada, Micro Conocimiento ha seguido creciendo día a día respondiendo las preguntas de muchos internautas hasta llegar a los 2.600 suscriptores y habiendo llenado 256.536 minutos de visualización con solo 24 vídeos de 90 segundos cada uno. Estas son algunas de las cifras que nos han ayudado a pensar. A pensar en nuestros clientes, a pensar en nuestros followers, y en nuestra visión.

Porque tener muchos followers y molar está bien. Pero cerrar el ejercicio con una facturación interesante y una cuenta de resultados positiva es mucho mejor. Nos dimos cuenta que conseguir clientes es relativamente fácil. Solo tienes que aparecer en su búsqueda en Google con campañas de AdWords. Pero también nos dimos cuenta que esos clientes no te buscan a ti, buscan un producto como el que tú ofreces solamente y eso supone un esfuerzo extra para conseguir crear confianza y que te comparen con cualquiera sin ningún tipo de filtro. Y eso genera mucho más trabajo. Porque a veces lo importante no es conseguir más clientes, a veces lo que quieres es conseguir mejores clientes. Clientes que compartan contigo una visión del mundo, un objetivo a largo plazo y una confianza en tu trabajo. Y para esos clientes no solo hay que aparecer en sus búsquedas, no. Con esos clientes tienes que hablar, tienes que escuchar y tienes que hacer que los demás también hablen. Ahí es donde aparece la verdadera reputación.

Es por eso que escribo estas líneas, porque cuando logramos dejar de añadir ruido al ruido, fuimos capaces de apartarnos un poco para aprender a escuchar el silencio. Disfrutar del silencio hasta que conseguimos entender qué era lo que faltaba en él. Y ahora, ha llegado el momento de volver.

Y no venimos a hacer más ruido, venimos a hacer música.


«Queríamos dejar de hacer ruido. Porque con tanto ruido no nos podíamos escuchar a nosotros mismos. No sabíamos qué queríamos decir, ni si merecía la pena decirlo.»